No aprendemos más
Tal como dice el título, no aprendemos más. Pero ¿Que no aprendemos? No somos capaces de aprender a disfrutar del deporte tal como es: un juego.
En Río Tercero pensamos que estamos alejados de la violencia en el fútbol, pero este fin de semana se vivió un hecho lamentable. Un grupo de vándalos que se escudan bajo la camiseta de Atenas de Río Cuarto destruyeron las instalaciones del Club Atlético.
Tanto trabajo que les costó a los dirigentes jugar el Torneo Federal, porque no es fácil, y al término de un partido reciben un revés. Unos inadaptados destruyeron el baño y lanzaron una pileta lavamanos hacía el verde césped.
El mismo día qué la barra de Nueva Chicago ingresó amada con palos y cuchillos al partido y armó disturbios. Todo esto con una semana de diferencia respecto de la muerte de un hincha de Olimpo en la previa del clásico frente a Villa Mitre, y de los desmanes que protagonizaron un grupo de encapuchados en las tribunas en el partido de Independiente Rivadavia de Mendoza frente a Atlanta.
Como sociedad pareciera que nos olvidamos de una cuestión trascendental como es cuidarnos a nosotros mismos. Por este camino del egoísmo, ¿Hacia donde vamos a ir a parar?. Pero hay una cuestión muy importante, entender donde se genera la violencia.
La violencia en este deporte la generamos cuando insultamos a árbitro, al jugador o entre hinchas. Genera violencia el papá que va a ver jugar a su hijo y quiere que sea el mejor, y se olvida de lo más importante: la diversión, porque el deporte es un juego. Somos creadores de violencia cuando no le ponemos un límite a quien se lo merece y después nos lamentamos de las consecuencias.
Pero eso sí, somos los primeros en llorar por el asesinato de ese pibe que salió a bailar sin saber que iba ser su ultima vez y fue asesinado por un grupo de rugbiers.
Pero ¿Que estamos haciendo para cambiar esto? No nos damos cuenta que somos los principales actores en un acto de crudeza. No entendemos que muchas veces somos cómplices de un acto violento sin darnos cuenta.
Es momento de hacer una profunda reflexión, de mirar para adentro verdaderamente, para ver si de una vez por toda, somos capaces de aprender.